viernes, 28 de septiembre de 2007

El toro de Osborne

Hoy cumple cincuenta años y, con motivo de tan señalada conmemoración, dicha marca ha presentado un proyecto solidario para la creación y mantenimiento de centros de menores. Se subastarán cincuenta reproducciones del toro de Osborne, decorados para tan noble fin por otras tantas personalidades españolas. Pero para llegar a tan respetable edad, este símbolo de la iconografía cañí ha tenido que soportar todo tipo de embestidas humanas, con perdón. Hace trece años una ley quiso retirarlo de las carreteras, pero sólo tres más tarde el Tribunal Supremo falló a su favor por “interés estético o cultural”. Y en el 2002, el último toro que quedaba en las carreteras catalanas fue derribado para “eliminar la simbología fascista”.

Habría que ver si esos mismos valientes se hubiesen atrevido con un pastueño de setecientos kilos. Además, si se definen como ecologistas defensores de sus derechos, para justificar la abolición de las corridas, ¿por qué han acabado con su imagen más famosa? Así me tienen al pobre toro, hecho un lío. No acaba de entender por qué los mismos que defienden tan vehementemente sus derechos como animal, son quienes lo sacan a rastras, sin mulas pero con nocturnidad y un remolque, como si fuera una vulgar estatua de Franco, de los campos donde ha contemplado las caravanas en los domingos de Carrusel. Quizá lo quieran proteger de futuros melanomas, maldito sol español. Aunque si el toro pudiera hablar seguramente diría que no le toquen los cojones pues, además de ser una zona muy sensible, para llegar a ellos tendrían que montar un castellet.

Deseo aclarar que estoy a favor de los pobres toros. Salvo cuando estuve a punto de tener un parte de accidente de semejante guisa: “Tres orificios de entrada y salida en la puerta izquierda delantera de un Opel Corsa, de seis centímetros de diámetro y quince de profundidad, por asta de toro”. Era una mañana en una carretera rural por los alrededores de El Tiemblo (Ávila), y para colmo yo iba de rojo. Ese día no tuve la vena greenpeace para comprobar si los coches más ecológicos del mercado están fabricados a prueba de novillos. Pero de no ser por esa anécdota amenizadora de sobremesas, mi solidaridad con la figura del toro sería absoluta. Un animal que además soporta estoicamente que lo denigren con canciones como “El toro enamorado de la luna”, merece ser canonizado por delante de Escrivá de Balaguer.

De la letra de dicha canción puede deducirse que al morlaco le obligan a llevar una doble vida, como si por las noches tuviese que sacar un sobresueldo para el mayoral trabajando como drag queen. Pasen y vean: “... que abandona por la noche la maná, es pintado de amapolas y aceitunas...”, “... abanicos de colores parecen sus patas...”, etc. Si a eso le añadimos que en el franquismo la letra ya aseguraba que “los romeros le besan en la frente”, no quiero ni imaginar las perversiones que harán ahora. Y en cuanto al futuro, me imagino que para justificar la desaparición del toro acabarán aduciendo que fomenta el alcoholismo. Caso de que eso ocurra, sugiero que el CAC prohiba también a Marco y su mono Amedio, porque dicho animal es la imagen de una marca de anís.

Mientras el pobre toro se dedica a hacer obras benéficas, para los niños más necesitados, los políticos catalanes mandan rehacer obras públicas, para satisfacer sus propias necesidades. Por ello, desde este tendido virtual agito mi pañuelo blanco, pidiendo para tan noble y sufrido animal las dos orejas y el rabo de los jerifaltes del 3%. Muchas felicidades por tan hermosa iniciativa. Olé, olé y olé.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Para la libertad

Como decíamos ayer, nos mienten. Nos mienten al asegurarnos que España va bien, que nuestros sueldos son cada vez mejores y que nuestra economía es de Champions League. También cuando afirman que vivimos en un Estado democrático y de derecho, porque ahora podemos votar cada cuatro años y antes no. Un Estado de derecho en el que, mientras los pobres se pudren durante años en la cárcel por haber robado unos euros en una hamburguesería, los ricos salen de la trena a los pocos meses, en cuanto amenazan con tirar de la manta.

Releyendo Un mundo feliz, de Aldous Huxley, descubro entre las últimas líneas del prefacio del autor: “A medida que la libertad política y económica disminuyen, la libertad sexual tiende, en compensación, a aumentar. Y el dictador hará bien en facilitar esta libertad. En colaboración con la libertad de soñar despiertos bajo la influencia de los narcóticos, del cine y de la radio, la libertad sexual ayudará a reconciliar a sus súbditos con la servidumbre que es su destino”. Esta demoledora reflexión la escribió hace más de medio siglo, cuando la televisión apenas era un atisbo de su detritus actual, y restaban varias décadas para la irrupción de Internet o el botellón. Huxley nos anunciaba un futuro que ya ha llegado: un mundo en que el sexo y otros medios embriagadores para nuestros sentidos, son empleados por los resortes del poder para que nos resulte menos doloroso asumir nuestra condición de esclavos.

Antes, éramos tan antiguos que sólo podíamos casarnos los hombres con las mujeres. Ahora, sin embargo, heterosexuales, homosexuales y transexuales podemos exigir la devolución del rosario de mamá, para regocijo de los picapleitos. Además hoy, gracias al divorcio express, todo paria español puede casarse y descasarse cuanto le venga en gana, como si fuera Elizabeth Taylor y estuviésemos en Las Vegas. Y eso sin contar conque ya no nos hace falta irnos a Perpignan para aprender las múltiples utilidades de la mantequilla, pues no sólo servía para reducir el colesterol. Ahora, en nuestra propia casa, podemos montar a golpe de ratón una bacanal a las doce de la mañana.

Con todos estos progresos intentan convencernos de que vivimos en un régimen de libertades, aunque algunos catastrofistas nos negamos a admitirlo. Quizá porque los políticos nos ocultan que los pisos por los que hemos hipotecado a nuestros hijos, no valen ni la mitad de lo que pagamos por ellos; que según la OCDE España es el único país industrializado que ha perdido poder adquisitivo en los últimos años; y que un 70% de nosotros tiene graves problemas para llegar a fin de mes. Catastrofistas que recordamos a un tal Jesucristo, otro visionario anterior a Huxley, quien afirmó “La verdad os hará libres”. Pero no me hagas mucho caso, al menos mientras Gabilondo y Matías nos sigan convenciendo de que vivimos jodidos pero contentos.

martes, 25 de septiembre de 2007

Soldadito español

Dos soldados del otrora aguerrido ejército español fallecieron ayer en Afganistán. El gobierno de su país les ha concedido el distintivo rojo por, literalmente, “haber fallecido como consecuencia de acciones violentas de elementos hostiles”. Pero la viuda de Germán Pérez Burgos le dirá a su hijo huérfano que papá era militar y murió en la guerra. Al resto de la población nos tranquilizarán asegurándonos que hay que luchar por la paz, que España es un país de paz, y que sí a la paz y no a la guerra. Ese niño sabrá la irremediable verdad, mientras que los demás viviremos en el maravilloso mundo que nos pinta con su perenne sonrisa ese prestidigitador de la palabra que tenemos por presidente. Y es que al igual que la frase favorita de los magos es “Nada por aquí y nada por allá”, ésta podría resumir también el trasfondo del pensamiento vano que se ha instalado en Moncloa junto a Sonsoles y las niñas.

Muy certeramente, Gustavo Bueno ha denominado “pensamiento Alicia”, haciendo referencia al país de las maravillas de Lewis Carroll, al buenismo intelectual del que hace gala Zapatero. Al secretario general del PSOE se le llena la boca hablando de paz, Alianzas de civilizaciones, progreso, bienestar, sin entrar jamás en los problemas de fondo para alcanzar esas utopías a las que todos nos apuntaríamos. Su pueril planteamiento para cautivar a los votantes consiste en convencernos de que gracias a él viviremos en un mundo ideal. Como todos preferimos la paz a la guerra seremos un gobierno de paz, aunque en la vida real maten a nuestros soldados en la guerra. Como todos preferimos que nuestros hijos aprueben a que suspendan, crearemos un sistema educativo en el que hasta yo sacaría sobresalientes, aunque en la vida real nuestros niños sean analfabetos funcionales. Pero las consecuencias de tanta bonhomía carente de fundamentos van a ser funestas.

Aunque quizá sea precisamente esto lo que persigan Rodríguez y sus muchachos. Quizá deseen lograr que las muertes en una guerra acaben siendo para los ciudadanos simples fallecimientos “por acciones violentas de elementos hostiles”. O sea, como si hubiesen muerto a la salida de un derby en manos de unos ultras. Y la mejor forma de alcanzar ese objetivo es educando a la ciudadanía con mensajes tan hermosos como irreales. El mundo feliz que nos están vendiendo desde Moncloa es tan peligroso y falso como el de Huxley. Un mundo a la carta de paz, amor, fraternidad, igualdad, bondad, progreso, y café y viviendas para todos. Éste es el soma que nos administra Zapatero, mientras repatrían a dos soldados españoles que han muerto en un mundo donde, desgraciadamente, hay guerras, odio, injusticia y pobreza. Y desde ayer dos familias más rotas, a las que no consolarán las palabras de este pacifista de salón, que emplea arbitrariamente y para su uso personal los mejores medios de nuestro ejército de juguete.

viernes, 21 de septiembre de 2007

Mi Tierra

Gloria Estefan cantaba a su Cuba natal en los noventa. Veinte años antes Nino Bravo hacía lo propio con Valencia, antes de que una carretera lo convirtiera en mito. Ambas son canciones maravillosas, quizá por la universalidad de los sentimientos que despierta en cada uno de nosotros la tierra que nos vio crecer. Da igual que hayas nacido en La Habana, Valencia o Dublín, y que hoy no encuentres el lugar donde tus recuerdos te aseguran que besaste por vez primera. La mía, Madrid, hace tiempo que dejó de ser ese lugar en que los niños podían ir solos al cole, y a la vuelta jugar a la pelota con sus carteras como postes de una portería sin larguero. Entonces no llevábamos mochilas ni carritos, como tampoco existían los parquímetros, y la especulación urbanística se limitaba al Monopoly. Pero sigue siendo mi tierra.

Mirando ayer su contaminado cielo, me imaginé por un momento surcándolo como un avión cualquiera de bajo coste. Pude ver sus colosales torres, arrogantes falos arquitectónicos que sodomizan todavía más a los sufridos habitantes/conductores de esta urbe del siglo XXI que, como tantas otras, es mantenida por sus contribuyentes pero no pensada para ellos. Decidí alejarme de tanta barbarie, subir más alto. Comencé a ver esos páramos tan necesarios para el descanso de nuestros ojos y nuestras mentes. Pero en uno de ellos estaban ultimando los pladures para su inauguración. Me imagino que debía de ser la macrourbanización de Seseña, perpetrada por el nuevo rico Francisco Hernando, el Pocero para los amigos. Entonces me pregunté por qué los españoles vivimos tan apiñados como en la mili, a pesar de que nos llevamos fatal. Sobre todo si observamos que gran parte de nuestro territorio es, sencillamente, un erial.

Después me alejé todavía más, y pude ver todo nuestro planeta. Vi guerras por un Dios o por una bandera, así como a miles de soldados que matan y mueren. Y millones de civiles que sólo mueren, ya sea por pedazos de tierra o pozos de petróleo, en conflictos que nunca son el suyo. Mientras que un siglo atrás nunca nos enterábamos de algo que hubiera sucedido a dos horas de camino, hoy puedes ver ensayos nucleares en directo después de Los lunnis. Por eso hoy mi tierra, y la tuya, es también nuestro planeta. Quizá Internet, el único territorio virtual y sin fronteras, sea la mejor prueba de la unicidad que existe con todo cuanto nos rodea, como ya muchos sabios nos anunciaron en la antigüedad. Somos uno con el resto de una humanidad que sufre y lucha, esperanzada de que mañana mi Tierra, la de todos, pueda ser un poco mejor.

jueves, 20 de septiembre de 2007

Prisa ataca a Zapatero

En las últimas semanas estoy estupefacto. La causa de mi perplejidad es el giro copernicano que ha dado la línea editorial de los medios del grupo Prisa. Históricamente, todo progresista de bien nace sabiendo que ha de leer El País, escuchar la Cadena Ser y ver Cuatro. Y si puede hacer las tres cosas a la vez, mejor. Tampoco debemos olvidar que el grupo mediático que hasta su muerte lideró Jesús de Polanco, más conocido como Jesús del Gran Poder, siempre ha sido un defensor de las tesis socialistas. Cuando tocaban generala en Gran Vía 32 o en la calle Miguel Yuste, toda la artillería de medios se desplegaba para apoyar al PSOE y atacar al PP. De igual forma actuaba el PSOE cuando había que defender los intereses de este coloso. Pero desde el fallecimiento del patriarca que levantó tan omnipotente imperio, este gigante no deja de tambalearse.

La razón oculta por la que se están empezando a confundir los editoriales de El País con los de El Mundo, especialmente con la noticia de las ayudas juveniles para el alquiler, estriba en la llamada guerra del fútbol . Zapatero ha dejado a Sogecable a los pies de Mediapro (La Sexta), cuando aquéllos esperaban que acudiese en su auxilio. El inesperado dontancredismo del presidente les ha supuesto perder más de 830 millones de euros en bolsa. Sí, esa cifra existe aunque probablemente ni tú ni yo la vayamos a ganar jamás, ni en cien reencarnaciones. Las acciones de este gigante de la comunicación están cayendo en las últimas semanas, y no sería de extrañar que Zapatero, tras la muerte de don Jesús, estuviese buscando nuevos aliados con tal de seguir en la poltrona. En Prisa todavía están esperando un gesto que les permita continuar con su monopolio furbolero, aunque mejor que lo hagan sentados. Si finalmente nuestro presidente no intercediese a favor de su brazo mediático, que se vayan preparando en Ferraz, pues las elecciones están próximas y la sentencia del 11-M y sus ramificaciones están llamando a su puerta. Oído cocina.

Si tu escepticismo te impide creerme, te propongo el siguiente experimento. Observa durante la próxima semana los informativos de Cuatro y los de La Sexta. Podrás apreciar que el trato a Zapatero en particular, y al PSOE en general, es sensiblemente mejor en la cadena de Emilio Aragón que en la de Gabilondo. Con esto resulta evidente, por si quedase alguna duda, que los medios no entienden de ideologías, sino de dinero. No hay que olvidar que ni Prisa ni Mediapro son una ONG, aunque vayan de progresistas: un progresismo de restaurante de cinco tenedores y sala Vip. Ante esta nueva situación, una duda me corroe: ¿qué harán los socialistas de carné ahora?, ¿seguir los postulados del inquilino de la Moncloa o los del diario El País? Gran dilema intelectual.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Jugar por jugar

Los periodistas deportivos, la flor y nata intelectual de nuestro país, han hecho correr ríos de bits explicando por qué no entró el tiro de Gasol. La derrota ante el antiguo enemigo comunista ha sido analizada por la prensa con tintes de tragedia, como si los inmigrantes que llegan diariamente a las costas de Benidorm viniesen a bailar Los pajaritos. Al ser inútil recrearse en la derrota, cambié de canal en cuanto sonó la bocina y me dispuse a ver el programa de humor de Íker Jiménez en Cuatro, para subirles un poco el share. De todas formas, no es necesario subirse a la nave del misterio para averiguar qué les ocurrió a los muchachos de Pepu: se olvidaron de jugar. Con esto no quiero decir que sus mentes fuesen abducidas por alienígenas contratados por Putin. Simplemente dejaron de ser ese grupo de amigos que se divierten echando unas canastas, y que entre pocha y pocha ganaron el Mundial de Japón.

En la fase final de Madrid perdieron la seriedad con que jugábamos de niños, que decía Nietzsche. ¿Cuánto ali-hops se vieron contra Grecia y Rusia? ¿Uno? ¿Dos? Sin embargo cuando el oro nipón era raro que no hubiese al menos uno por cuarto. Las estadísticas nos hablan de los porcentajes de tiros de campo y tiros libres, rebotes ofensivos y defensivos, pérdidas de balón, etc. Pero no incluyen los ali-hops, porque sería como si las de fútbol contabilizasen los goles olímpicos (o de corner). Esas filigranas de los chicos de Pepu, propias de adolescentes que intentan conquistar a sus arrobadas compañeras en el recreo del instituto, eran la mejor expresión del entusiasmo con que jugaban. Hasta que cada uno de los cuarenta y pico millones de nacionales les pusimos una medalla de oro en el cuello. Desde entonces, lógicamente, ya no pudieron levantar cabeza.

Los héroes de Japón eran doce jóvenes que se lo pasaron bomba con las de Navarro y con las virguerías del resto del plantel. Pero llegaron las fotos, los compromisos publicitarios e institucionales y los besamanos políticos. Los chavales que hace un año sin Gasol barrieron a Grecia, acabaron perdiendo la inocencia. No es lo mismo jugar para divertirse y de paso ganar, que ganar como sea, por lo civil o lo militar, que dijo Itu en La Sexta. Esa aplastante responsabilidad los derrotó. Tanta era la angustia en sus rostros que Serrat podría haber bajado a cantarles La Saeta, ya que estaba en las gradas como tantos otros por la filosa. Pero cuando estén lejos de la fatua solemnidad de quienes sólo buscaron robarles el brillo del oro, volverán a jugar con esa contagiosa alegría de patio de colegio, aquélla que nos hizo tan felices.

martes, 18 de septiembre de 2007

El horario infantil

A la vuelta del colegio, en mi ya lejana infancia, devoraba bocadillos de chorizo de Pamplona mientras leía en un Superhumor las aventuras de Zipi y Zape, Mortadelo y Filemón, Pepe Gotera y Otilio, El botones Sacarino, y tantos otros entrañables personajes cuyas atolondradas existencias divertían una niñez solitaria pero probablemente feliz. Ahora pienso que aquellas migas que cayeron entre sus hojas pudieron servir para alimentarlos cuando yo cerraba el libro hasta la próxima, que sería muy pronto. De algún lugar tenían que sacar la energía para representar una y otra vez la misma función, entonces no había vídeo, y lograr que su único espectador la disfrutase tanto como el primer día, como esos bocadillos que nunca sabrán como entonces. Sería interesante descubrir en qué momento de nuestras vidas nos extraviamos para siempre.

Los niños de los ochenta disfrutábamos con Barrio Sésamo y sus inmejorables Espinete y Don Pimpón, Epi y Blas, el conde Draco, Coco y demás entrañable fauna. La tarde entonces era nuestra, como el sabadete night de los adultos en edad de gozar, mientras nosotros soñábamos con el hermanito que vendría de París y los Reyes Magos de Oriente. Sobre todo con estos últimos. Han pasado veinticinco años -¿tantos?- en los que hemos traicionado a los bocadillos con sandwiches y a los vasos de Colacao con el Actimel. Son los nuevos dogmas de la pedagogía moderna, que aconseja un relevo generacional uniforme en su educación, vestimenta y alimentación. Como uniforme es la programación televisiva con que, por un puñado de euros, se mancilla impunemente su inocencia.

Si un niño español enciende esta tarde la tele sin artificieros que lo asistan, verá que nuestros María Luisa Seco y Torrebruno han sido suplantados por María Patiño y Jaime Peñafiel; Tom y Jerry por Isabel Pantoja y Julián Muñoz; Willy Fog por Pocholo; Los Cinco por los Dieciséis de Gran Hermano; David el gnomo por Jorge Javier Vázquez y Tom Swayer por Paquirrín. Nuestra fauna era educativa y tierna. Ésta es caza mayor. Lástima que no suelten al Rey por los distintas cadenas para hacer tiro al plató televisivo.

Los niños son violentados por pederastas que se están propagando por la red, como un devastador virus que sacude nuestras miserables conciencias. Pero también lo son por programadores televisivos que no respetan la sagrada infancia. Unos violan sus cuerpos y otros sus mentes. Mientras en el tercer mundo con sólo cinco años les entregan armas para matar y morir, aquí, en el supuestamente primero, los aniquilamos con mayor sutileza. Malditos demagogos quienes defienden Educación para la Ciudadanía, en las mismas cadenas donde diariamente extravían a una infancia que ya sólo les importa como consumidora de basura a precio de oro.

viernes, 14 de septiembre de 2007

Quizás, quizás, quizás

Aunque el Metro no sea el lugar más adecuado para reflexionar, a veces es el único que nos permite la vida moderna. Entre mochilas, jamonas embutidas y adictos a la PSP y al iPod, acabas acostumbrándote a la monótona melodía de los convoyes y sus trashumantes viajeros. Ayer, servidor de ustedes, cavilaba en su vagón sobre lo caro que últimamente se ha puesto el pollo. Quizá gracias a esa subida mi pollero del mercado de Maravillas se ha podido comprar un pedazo de todoterreno. Pero seguro que su nuevo carro no funciona con los biocombustibles en los que se ha escudado para subirme las pechugas.

En ésas me encontraba cuando, en el otro extremo del vagón, comenzó a sonar una clásica melodía. Descubrí entonces que posiblemente la música sea el único arte que pueda contravenir las leyes de la física. En ocasiones unas simples notas anteceden a cualquier imagen, ya sea externa o mental. Eso me ocurrió con el viejo acordeonista que tocaba un viejo acordeón. Sólo la melodía que arrancó a su instrumento me permitió advertir su modesta presencia.

Acompañado por la soledad del Metro, rememoré la letra del bolero que a duras penas salía de su acordeón. “Siempre que te preguntas que cuándo, cómo y dónde, tú siempre me respondes quizás, quizás, quizás”. Aunque originalmente fue un canto a las calabazas, descubrí que esas mismas preguntas nos las hacemos tú y yo constantemente. Nos asaltan nuestras dudas y temores, dejando pasar las estaciones como viajeros indecisos en el suburbano de la vida. Probablemente porque temamos salir a la superficie. Pero no siempre viajamos en una línea circular que nos brinde una segunda oportunidad de apearnos en la estación deseada.

“Y así pasan los días, y yo desesperado...”, y los meses, y los años. Y la vida. La dejamos pasar sin luchar por nuestro sueños, temerosos de ser rechazados por nuestro entorno. “Estás perdiendo el tiempo pensando, pensando... Por lo que tú más quieras, ¿hasta cuándo?, ¿hasta cuándo?” ¿Hasta cuándo vamos a permanecer paralizados por nuestros respectivos miedos y tribus? Pensamos demasiado y actuamos muy poco, sublimando nuestros instintos más puros en aras de ser normal, de ser como los demás. Y así encajar en un ejército de desesperados que corren temerosos sin saber hasta cuándo. Quizá hasta que aprendamos de nuestra madre naturaleza que la mariposa nunca trata de ser un roble.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

El Lute y el PSOE

El PSOE, en su lógico intento de renovar el partido con nuevos talentos, ha optado por fichar al robagallinas más famoso del franquismo. La agrupación socialista de Niebla (Huelva) ha contactado con Eleuterio Sánchez, El Lute, para incluirlo en su lista de cara a las próximas elecciones municipales andaluzas. Todavía no se sabe si aceptará la propuesta, pero los socialistas onubenses verían con buenos ojos la incorporación a sus filas de este abogado de sesenta y cinco años. No es de extrañar que deseen contar con él, pues qué mejor forma de neutralizar el transfuguismo que sufre el partido que con el regreso de nuestro fugitivo más cañí. Y es que aunque Zapatero lo esté haciendo en technicolor, o al menos eso dicen sus palmeros, escuecen y mucho los Rosadíez que les están saliendo. Sobre todo porque les han dado con el puño en el talante a quienes aplauden compartir la rosa con etarras.

Tampoco es casual que sea en Andalucía donde quieran contar con El Lute. No hay que olvidar que el antiguo reino de Manolo Chaves, hoy nueva realidad nacional, es la tierra de uno de los delincuentes más famosos de España, Juan Guerra. El hermano de Alfonso fue un símbolo de los chiringuitos montados al socaire del poder socialista. Me imagino que en el PSOE quieren que Eleuterio enseñe a sus compañeros a fugarse de la cárcel, por lo que pudiera pasar, aunque ahora sólo se procesa a los del PP, qué se habrán creído esos fachas. Y es que los presupuestos y las comisiones siempre los ha cargado el diablo. Habrá que ver si al Lute, a cambio, le enseñan a escabullirse de las promesas electorales con total facundia. Zafarse de ellas y que los pobres andaluces te sigan aclamando, tiene mucho más mérito que dejar atrás a una pareja de la Benemérita. Y si no que se lo pregunten a Roldán.

El PSOE quiera seguir ganando prestigio, y nada mejor que un delincuente que se reforma y acaba siendo licenciado, un poco a lo Pretty woman. Quizá sea una manera de cambiar las tornas para que no se repita que muchos licenciados socialistas acaben siendo delincuentes. Mejor que vengan robados de casa. Yo me quedo con El Lute, porque mientras que él sólo robaba gallinas, los chorizos del partido de sus posibles correligionarios no dejaban ni el polvo de la mesa. Eleuterio se reformó hace muchos años, pero yo de él no me fiaría de muchos de estos progres de salón, antifranquistas tras la muerte de Franco. Espero que le vaya muy bien a un personaje que él solo luchó contra el franquismo mucho más que Zapatero, Chaves y sus mariachis. Ya podrían tomar buena nota.

martes, 11 de septiembre de 2007

Feliz cumpleaños

Hoy cumplen seis años Rebeca, Philip, Mohamed, Irene, Ralph, Ibrahim, Yoshiro, Claudia, Walter y Linda. Y como ellos miles de niños que vinieron al mundo en esta misma fecha, una más del calendario humano del horror. Ninguno puede ya jugar tranquilamente en la calle, independientemente de donde vivan. Si nacen en el lado del mundo de los buenos, porque de cualquier esquina puede irrumpir el Wally barbudo y sin rayas rojas que tiene más vídeos que el Youtube. Y si lo hacen en el de los malos, porque el fuego amigo o enemigo puede acabar convirtiéndolo en un daño colateral más. La gran lacra de la humanidad ya no es el hambre o la enfermedad sino el terrorismo, aunque la captura de Ben Laden no ayude a pagar los gastos del dentista de los niños.

Hace seis años que unos iluminados occidentales pusieron en marcha un plan para convertirnos definitivamente en sus esclavos. Los nuevos padres de hoy, en su niñez de los ochenta, ya fueron advertidos del peligro actual en la película futurista Blade Runner. “Es toda una experiencia vivir con miedo, ¿verdad? Eso es lo que significa ser esclavo”. Hemos dejado de ser esos arrojados niños que se disparaban rayos láser apuntando con el dedo, para convertirnos en adultos paralizados por el dedo acusador de cualquier tarado en el poder. Mesías patrocinadores de guerras en las que millones de niños del bando pobre del mundo sólo sirven para ganar el Pulitzer. Niños de brazos quemados que sostienen un peluche y que sonríen a la cámara por el mero hecho de saberse aún vivos.

Afortunadamente vuelve Gran Hermano para seguir alienando a los auténticos grandes hermanos, nosotros mismos, millones de concursantes en un plató infinitamente mayor que el del frenopático de Guadalix de la Sierra. Así nos van acostumbrando a la fiscalización de todos nuestros movimientos, desde los bancarios a los peristálticos. Lo que hoy hacen los satélites es lo que siempre hizo la Iglesia. La Santa Madre también se dedicó con la catequesis a corromper la bendita inocencia infantil, traficando con conceptos tan nefastos como el pecado o el infierno: así nació el sentimiento de culpa. Es lo mismo que ahora hace la OTAN dirigida por el iluminado de Texas, pero la Iglesia manipulando al de Belén. Necesitamos un mundo en que los niños vivan en libertad, sí, pero eso significa dignamente, sin miedos ni fantasmas que les despojen a ellos y a nosotros del paraíso que trajeron al nacer. Sólo si despertamos de esta colosal pesadilla del miedo, lograremos que sus próximos cumpleaños puedan ser más felices. Ellos se lo merecen, y nosotros también.

lunes, 10 de septiembre de 2007

Leer es un placer

Según algunos estudios en España hay más lectoras que lectores, pero los hombres dedican más tiempo que las mujeres a la lectura. La mayoría de nuestros conciudadanos leen porque les gusta, pero también existe una minoría que lee porque no les queda otra, ya que los asaltan a traición con los diarios gratuitos de la mañana. Al menos estos últimos podrían tener la gentileza de poner estos periódicos al derecho, pues quedaría más disimulada su ignorancia y además su vecino de hacinamiento podría leerlo.

El hombre también suele ser de lectura más cómoda que la mujer, pues mientras que ellas leen en los escasos períodos de asueto que les proporciona el día, ellos, sin embargo, cuando se sientan a leer lo hacen a conciencia, aunque se estén quemando los boquerones. Afortunadamente, la reinserción del varón hispánico en nuestra sociedad está permitiendo que se repartan las tareas del hogar, aunque los progresos son todavía lentos. Mientras ella pone una lavadora, ducha a los niños y les repasa la tabla mientras usa la de planchar, el marido lector se agobia leyendo este post-it en la puerta del microondas: “Caliéntalo dos minutos y a comer. Te quiero”. Muchos preferirían que ellas les recitasen su poema favorito, el Te quiero, de Benedetti, mientras les sirven la comida. Y es que desde que se casó está cada día menos romántica, por mucho que lea a Barbara Wood.

Esta clase de lectores se sienten cada vez más aislados e incomprendidos, por eso suelen acabar atrincherándose para leer. Ostentan su reinado de letras rodeados de azulejos, sentados en un trono demasiado humilde para tan sufridas posaderas. De esta manera tienen que despacharse el Marca, el País y hasta el último tocho de Almudena Grandes, pues también leen literatura femenina, para que no digan. Desgraciadamente la paz dura poco en su estrecho feudo, pues primero los niños y luego la mujer aporrean la puerta aduciendo razones mingitorias. El marido lector se resiste esgrimiendo, obviamente, la ley de igualdad de Zapatero que se ha leído esta mañana en el ministerio porque no les funcionaba Internet, pues le permite ocupar el baño el mismo número de horas que su mujer. Si aun así continuase el redoble de nudillos en la puerta, el marido le acabará reprochando que ella se ofrecería a llevarle otro yogur si fuese Coronado y no él quien ocupase el trono. Y la mujer, resignada, le recordará que al menos podría poner el mismo empeño en montar el mueble que compraron hace un mes. Pero es que ella con tanta novela rosa no comprende que el lector de la casa se evade más con el Interviú que descifrando el Código de IKEA.

viernes, 7 de septiembre de 2007

El perro no muerde

Si ya lo decía Campoamor: “En este mundo cruel nada es verdad o es mentira, todo es según del color del cristal con que se mira”. Ahora, probablemente, no se limitaría a llamarlo cruel. Lo que sí parece irrefutable es que, como entonces, todos tenemos nuestro punto de vista y también todos, casualmente, tenemos siempre la razón. Sobre todo si al lado se tiene un perro que avala tus opiniones con sólo mostrar su gingivitis al resto de contribuyentes del vecindario. Resulta muy agradable ir por la calle y que un perro se te acerque con cara de malas pulgas, pese a su collar antiparasitario. El dueño te dice que sólo quiere jugar, aunque tú le ves un perfil de hijueputa que no te gusta un pelo. Sólo cuando ya ve que su perro empieza a ponerse la servilleta, se descuelga con la frase favorita de todos los dueños: el perro no muerde.

Eso, señor mío, es como decir que el toro no embiste. Solemos cogerles tanto cariño a nuestros animales domésticos, que muchas veces ese mismo afecto nos ciega, y luego pasa lo que pasa. Es lo que sucede también con el entrañable personaje de la suegra, como me gusta llamarlas con cariño. Estos seres, desconocidos durante el noviazgo, irrumpen con fuerza en tu vida en cuanto acaba Paquito Chocolatero. Es cierto que algunas salen buenas, como los productos de los chinos, pero cuánto se aligerarían los juzgados si la mayoría de las suegras dejasen de banderillear al hijo que han ganado por no perder otro. Esta afición suya tan ancestral, implica siempre el comienzo de las divisiones de opiniones en miles de matrimonios. Mientras el hijo biológico considera que su madre siempre ha merecido la dos orejas, el político se conforma conque no sean las suyas.

Pero nada de esto es comparable al momento en que el entrañable personaje se convierte en abuela. Sus nietos, especialmente si son hijos de la hija, se convierten en el non plus ultra. Esa pasión de abuela acaba siendo contagiada a los padres de las criaturas. Hasta tal punto, que si el niño regresa de la escuela con un trofeo auditivo, a los padres les faltará tiempo para presentarse en el colegio con el perro, y a veces hasta con la suegra, protestando por la poca higiene del centro. A ver si les van a infectar al niño, que va para premio Nobel. Si se descubre que la oreja es de otro niño, reprenderán a éste por dejarse olvidados trozos de sí mismo. Y si es del profesor, los agraviados padres exigirán su despido para que, ya puestos, su modélico hijo lo sustituya.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

En La Zarzuela usan Ariel

Las pirañas de la casquería televisiva nos informan de que la princesa doña Letizia, al igual que su suegra doña Sofía, repite alguna vez vestuario. Al parecer, la futura reina de España ha sido descubierta en varias ocasiones con el mismo modelo. Para que luego digan los republicanos que nuestra Familia Real no es tan real como la del tercero derecha. Es cierto que la ropa que visten no la suelen comprar en ningún rastrillo, aunque el organizado anualmente por nuestra nobleza suele contar con prendas monísimas, todo sea para ayudar a los pobres. Pero no lo es menos que nuestra realeza, como nosotros, también repite vestuario. Yo, sin ir más lejos, hoy repito camisa, pues ya la llevé la semana pasada. Eso sí, con otros pantalones y otros calzoncillos.

Matizo lo de la ropa interior porque los súbditos ingleses, aunque tengan la monarquía más solemne del mundo, no son tan limpios como nosotros. Y es que al parecer no tienen costumbre de cambiarse regularmente de gayumbos, y eso que allí llueve más. No es de extrañar que la Corona inglesa esté en horas bajas, pues incluso su reina ordena a todo su servicio que sólo tire de la cadena tras haber hecho mayores. Quizá será porque en Madrid le hemos puesto su nombre a nuestro canal, y querrá ahorrar agua para no molestar a nuestra dama de hierro doméstica. Sin embargo, la realeza española es diferente porque, otra cosa no, pero limpios son un rato, aunque nos acusen de oler a ajo.

¿Quién podría sospechar que nuestra Familia Real repite vestuario? Nadie. Y es que en esa casa lavan sus trapos como en ninguna, todo hay que decirlo. Será por eso que nos deslumbran tanto. Y es que mientras en Inglaterra Isabel II aborrecía a Diana de Gales, aquí nuestra reina y Letizia se han hecho íntimas. La gran noticia del verano no podía ser otra que verlas departir juntas en el yate, probablemente sobre lo caro que se va a poner todo por la subida del pienso. Por eso no me extrañaría nada que también hiciesen la colada juntas. ¿Se imaginan a ambas lavando los trapos monárquicos, mientras cantan Ojos verdes o Tatuaje? Los españoles podemos sentirnos muy orgullosos de que sean tan sencillas, a la par que aseadas. Porque una cosa es repetir modelito, quién no lo ha hecho alguna vez, y otra muy distinta ir jediendo a jembra.

martes, 4 de septiembre de 2007

Esclavas de la mentira

Ya no vistes la talla 42 de tu esplendor en la hierba, y tus pechos han perdido la firmeza primaveral. Hoy cuentas arrugas contra las que batallas cada madrugón y cada medianoche frente al espejo canalla que te enseña que ya no tienes veinte años. Sin embargo, todavía permanece en el recuerdo tu mocedad de furtivos besos e ingenuas cartas de amor, entonces mejores que las de Neruda. Cada día, en la calle, en el Metro, en el autobús, en la radio del taxi y en la del coche, te recuerdan que tienes varices y retienes líquidos, que has engordado y que, si quieres que tu marido no se vaya con la del tercero, ya puedes ir dejándote la bolsa, y quién sabe si la vida, en el quirófano de una clínica donde plastifican la belleza.

Pero a ti no te hace falta nada de eso. No quieras competir con las adolescentes de píldora del día después y lumbares tatuadas, aunque sería más correcto afirmar que ellas jamás podrán competir contigo. Tú las trajiste al mundo sin epidural y tu juventud fue de en casa a las diez, pero tus amores de verano y de invierno sabían a verdad y pecado, como los buenos. No te eches a perder pretendiendo ser como ellas, aunque tengan el vientre plano y un gancho en el ombligo. No sufras la tortura medieval de la faja electrocutante, el último grito, nunca mejor dicho, de la locura por esta belleza de Photoshop . Es la nueva metáfora del calvario silente que muchas padecéis porque desde niñas os dijeron que para presumir hay que sufrir. ¿Pues sabes lo que te digo? Que achicharren a otra con esos acomplejantes sentimientos de culpa disfrazados de anuncios en búsqueda de la eterna juventud.

Tus arrugas son el libro abierto de tu vida, testimonio de tus risas y tus llantos. Tu cuerpo sigue siendo bello, pues la belleza no entiende de tallas, sino de emociones. Te lo dice un amante de las tallas grandes, pues siempre he entendido que la expresión placer carnal procede decarne, si no se denominaría placer óseo, por ejemplo. Así que no permitas que electrocuten ni tu cuerpo ni tus neuronas, si no quieres terminar como tantas mujeres que han acabado siendo un espejismo de sí mismas. Como la máscara de Jim Carrey, pero con mejor color. Quiérete como eres, pues no necesitas tener el culo de Jennifer López o los labios de Angelina Jolie para estar estupenda. Y si tienes la desgracia de que tu marido te llame gorda, mientras babea con los mulos de las colegialas en su vuelta al cole, te autorizo para que le pongas la faja eléctrica en semejante parte, a ver si así le crecen con el calor.

lunes, 3 de septiembre de 2007

Porque la vida puede ser...

... maravillosa. Basta que en la tele se repita hasta la saciedad un latiguillo, para que el pueblo llano o share lo esté diciendo a todas horas. Quizá su antecedente televisivo en los ochenta fuese la melodiosa palabra veintidós, que popularizó el dúo ¿humorístico? Sacapuntas en el Un, dos, tres. Los noventa llegaron con Chiquito de la Calzada para subir el listón, con expresiones como pecador de la pradera. No pocos graciosos, a los ojos de sus abuelas, nos deprimieron imitando hasta la extenuación al otrora alopécico cantaor. Todas esas frases o expresiones han sido desgastadas hasta el delirio por muchos plastas que no han aprendido la siguiente máxima: cuando no tengas nada bueno que decir, chavalote, lo mejor que puede hacer es callarte.

Andrés Montes, veterano locutor de partidos de baloncesto en la radio, ha trasladado su estilo de amiguetes cañeándose a los domicilios de nuestros deportistas de salón, la disciplina atlética que en nuestro país cuenta con mayor número de federados. Muy lejos quedan los tiempos de José Félix Pons, Nacho Rodríguez Márquez y Héctor Quiroga, que retransmitían en los ochenta los partidos de baloncesto como si de la Santa Misa se tratara. Quizá porque aquella selección empezaba a ganar milagrosamente, y tampoco era cuestión de cabrear a los dioses. Ahora la victoria se ha convertido en un hábito secular, gracias a esta generación que ha tomado más ColaCao que la de Corbalán, Romay, Epi, Martín, Sibilio, Jiménez, Solozábal, Iturriaga y compañía. Y claro, se nota. Por eso las retransmisiones de los partidos dan para hablar de las planchas japonesas, las bondades del jamón serrano y las pochas de los jugadores, que de baloncesto ya hablaremos otro día.

Comienza el Europeo de baloncesto y la única preocupación hasta ahora fue hablar del lesionado Garbajosa. Mientras, la selección seguía ganando de veinticinco cada partido, y que pase el siguiente. Afortunadamente el jugador de Toronto se ha recuperado a tiempo y será sin duda el jugador más motivado y, como siempre, el más despeinado. Un hombre que llegó a ofrecerse para pagar de su bolsillo la póliza y así poder jugar. Ésa es la pasión del equipo nacional de Pepu Hernández, el único entrenador de patio de colegio con una medalla de oro. Es la misma pasión de su narrador oficial, Andrés Montes, un hombre que estuvo a punto de irse al otro barrio, sin aseguradora dispuesta a prorrogar su estancia en nuestro valle de lágrimas. Quizá por eso sea la persona adecuada para desdramatizar los partidos, recordándonos permanentemente que el deporte es sólo un juego y que, tanto si se gana como si se pierde, la vida puede ser maravillosa.