jueves, 31 de mayo de 2007

Los prejubilados

Los puedes ver a media mañana en los parques, en los centros comerciales, en los bares, en las paradas de autobuses, en los supermercados o en las escaleras mecánicas. Se han multiplicado en la última década, siendo fácilmente reconocibles por su aspecto desorientado. Bajo el brazo los diarios gratuitos, y dentro la barra de pan, que cómo ha subido desde que nos quitaron la peseta, ay. Matan la mañana hablando con el conserje de lo ladrón que es el administrador de la comunidad. Algunos de ellos se ocultan avergonzados, saliendo de casa a primera hora y no regresando de la otra punta de la ciudad hasta el anochecer, pensando en la familia. Son los prejubilados.

Se pusieron de moda hace unos años como los grandes privilegiados de esta sociedad. Qué suerte tienes, poder cobrar sin currar, el sueño de todo español. Pero los trileros de su empresa camuflaron la letra para que Ramírez firmase con todos los honores, una palmadita en la espalda y un farias en el bolsillo. Y Ramírez se marchó a casa hecho un hombre y convencido de que le había metido un gol a su empresa que ni Messi. Poco más tarde se dio cuenta de que el goleado era él, pero cómo iba a admitir ante sus compañeros que ahora cobraba entre un 30 y un 40% menos que antes de la firmita con la Parker que le regalaron por su despedida. Hoy son ya más de 750.000 Ramírez los que están deambulando por las calles de tu ciudad, sin rumbo y en el lodo, como cantaban Los Panchos.

La banca y Telefónica son los dos grandes viveros de prejubilados en nuestro país. Muchísimos de ellos se han divorciado, y los peor parados dijeron adiós, mundo cruel, sin merecer ni diez segundos televisivos. En cuanto superan los cincuenta años les invitan amablemente a coger la puerta, y si se resisten la empresa juega a la oca con sus puestos de trabajo, para acabar junto al becario que sólo piensa en ver páginas porno pues en casa no tiene Internet. Tras prejubilarse dejan de existir para los sindicatos, los mismos que han pactado con la empresa este timo de la estampita neoliberal, simplemente porque ya no pueden votar.

Antes, los trabajadores se jubilaban tras cuarenta años en la misma empresa, dónde estará mi carro, y en su mesa nunca faltaba una foto con el cónyuge y los niños pero sin la suegra, milagros del Photoshop. En cambio ahora te puedes encontrar conque el segurata que ayer te saludaba, hoy no te deja acercarte a tu mesa mientras te entrega una caja de cartón con tu patrimonio laboral. Esto es el fabuloso mercado de trabajo del siglo XXI, pasen y vean. Bienvenidos a un mundo donde los trabajadores deambulan de subcontrata en subcontrata hasta los cincuenta y pocos años. A partir de esa edad en cualquier momento un jovenzano con dos carreras, tres másteres y cuatro enchufes, los descabellará aséptica e indoloramente. Como dirían algunos taurinos, el toro no sufre.

Todo esto sucede con el apoyo soterrado pero incondicional del Estado al que algunos humoristas llaman del bienestar. Las reformas laborales bendecidas por los gobiernos socialistas y populares nos han llevado a esta situación, que ha alcanzado su mayor cota de surrealismo con la Ley de Dependencia. Pazatero se ha hartado de sacar pecho con su voz engolada tras haberla aprobado. Pero lo que se calla es que el Estado no tiene fondos para esta ley. O sea, otro brindis al sol. Y como carecen de recursos para ponerla en práctica, no se les ha ocurrido mejor idea que incentivar fiscalmente la hipoteca inversa. Toma ya. Así los herederos de la vivienda recibirán una cifra mucho menor, pues el banco ya le habrá levantado gran parte de la viruta al mismo Ramírez que prejubiló veinte años atrás. Viva el progreso y el Estado Social.

miércoles, 30 de mayo de 2007

Morirse no es buen negocio

Supongo que ya sabrás que una mujer neozelandesa de 44 años ha fallecido por morosa. No pienses que alguien ha contratado a profesionales liberales fanáticos de Robert DeNiro, para que en la próxima vida ella se lo piense mejor. Sus asesinos no calzaban mocasines ni se emocionaban escuchando canciones napolitanas. Ha sido una abstracta y estricta compañía de la luz, encarnada en un gualtrapa ataviado con mono y caja de herramientas al hombro, quien ha practicado esta eutanasia. Y es que el código deontológico de las empresas eléctricas no dice nada de que sea ilegal cortar la luz a una enferma que necesita un respirador para seguir viviendo. Ya veremos si la nueva Endesa, sin Pizarro, no acaba haciendo lo mismo. Por lo pronto ya lo persiguen dos guardias civiles de paisano, y me imagino que con regulares intenciones.

Desconozco si esa mujer quería seguir viviendo en su estado. Aun así, es obvio que un subcontratado de una empresa eléctrica no es la persona adecuada para poner fin a la vida de nadie. La electricidad, ese gran invento de Thomas Edison, ha servido para matar a miles de reos sentados de manera nada recomendable. En países como Estados Unidos existen personas honorabilísimas que se creen con todo derecho a dar cita a la parca, como si fuese para el dentista. Y acto seguido van a misa y cantan el Dios bendiga a América. El caso de esta enferma neocelandesa es igualmente una ejecución. Únicamente se diferencian en que los de la silla mueren por un exceso de voltaje, y ella por falta del mismo. Pero ambos son fallecimientos dictaminados por la mano del hombre.

El mayor problema de la protagonista de esta noticia no era su enfermedad, sino su pobreza. De hecho ha muerto por pobre. Una miseria rechazada por una sociedad vil, que sólo aplaude y vitorea a los enfermos ricos, como Rocío Jurado. Y los pobres que se mueran hacinados y tras un biombo en pasillos de la Seguridad Social, que yo sólo quiero entretenerme con el Tomate. Aquí unícamente nos importa la gente que da dinero hasta después de muerta, como la citada chipionera, cuyo cadáver siguen zarandeando tanto su familia como las televisiones. Será para comprobar si todavía le queda algo de calderilla.

Casos como el de Ramón Sampedro, reflejados en la soberbia Mar adentro, nos abrieron los ojos sobre la eutanasia, un problema que la sociedad prefiere obviar. Quizá muchos enfermos terminales, desesperados y hartos de vivir asistidos artificialmente, tras conocer esta noticia encuentren en la morosidad el final de sus problemas. Quién les iba a decir que el capitalismo salvaje, ahora llamado eufemísticamente neoliberalismo, podría acabar de un plumazo con sus funestos calvarios. Ojalá en el futuro sean los enfermos quienes tengan derecho a decidir y no las empresas, que sólo buscan multiplicar sus beneficios a cualquier precio, aunque sea la vida.

martes, 29 de mayo de 2007

Metafísica para principiantes (X): El poder de la oración

Históricamente siempre se ha relacionado la oración con la religión, y en nuestra cultura concretamente con la Iglesia Católica. De inmediato pensamos en beatas de mantilla y teja, arrodilladas en los bancos de las iglesias con las palmas de las manos juntas, musitando mecánicamente. Ya en la lejana infancia aprendimos el repertorio clásico, que en mi caso comprende desde el Padre Nuestro y el Ave María hasta el Cuatro esquinitas tiene mi cama. Memoricé a regañadientes cuatro o cinco oraciones, para olvidarlas poco después. De adolescente, durante mi etapa salesiana, acabé perdiendo cualquier interés por los santos mientras paralelamente crecía mi afición al sexo opuesto.

Sin embargo, debido a momentos especialmente penosos no tan lejanos, empecé a adentrarme seriamente, y no como nos enseñan de niños, en la espiritualidad. Me convertí, como ya os he dicho en varias ocasiones, en un creyente metafísico. Descubrí que la oración metafísica trasciende cualquier concepto religioso, pues su naturaleza es estrictamente espiritual, sin contaminaciones partidistas de ninguna confesión. Aprendí que el Verbo es creador, la palabra es creadora. Nuestras afirmaciones tienen una fuerza mucho mayor de la que nos pensamos. Si alguien se ha pasado toda la vida afirmando lindezas como “Soy un inútil”, “La vida es muy dura”, “Jamás alcanzaré mis sueños”, el Universo se encargará de darle la razón.

Si en cambio realizamos afirmaciones positivas, como “La vida es bella y merece la pena vivirse”, “Soy una persona maravillosa”, “El amor preside mi vida”, “La abundancia preside mi vida”, etc. el Universo también nos dará la razón. Henry Ford, el fundador del gigante automovilístico con su mismo apellido, dijo la siguiente frase para la posteridad: “Tanto si usted cree que puede como si cree que no puede, en cualquier caso está en lo cierto”. Por eso si oras y lo haces con fe, es decir, con confianza absoluta en que se va a cumplir tu petición, el resultado acaba siendo positivo. Por favor, nunca olvides que somos seres espirituales encarnados en la Tierra, es decir, que nuestra naturaleza es espiritual.

Sé que ahora mismo puedes tener graves problemas en tu vida. Pero debes de saber que todos sufrimos, amigo lector. Puedes estar padeciendo contratiempos sentimentales, económicos, laborales o médicos. Pero si tienes fe, si crees realmente en tu poder para revertir la situación, puedes hacerlo. Yo, en cuanto termine estas líneas, voy a relajarme, pues para la oración es fundamental estar en paz, y con mi mayor fe pediré al Universo que atienda mis peticiones, como hago cada día. Sé que la Mente Universal nos escucha, pero tenemos que dedicar el tiempo necesario a pedir con fe. En eso ha consistido siempre la oración, independientemente de épocas y religiones. Hoy pediré también por ti, para que creas que todo esto es posible. Si crees en ello, se te hará realidad.

lunes, 28 de mayo de 2007

Factor X

La cadena rojiprogre que en su presentación se jactaba de la calidad de su producción propia respecto a la competencia, nos reserva para la noche de los lunes Factor X. Tras ver los resúmenes de las pruebas a los aspirantes, sigo sin saber si nos aguarda un concurso musical o un culebrón cantado. Se podría confundir con cualquier telenovela, tanto por sus patéticos planos acompañados de música de suspense como por su irritante abuso de la cámara lenta. Todo para subrayar el dramatismo supuestamente inherente a uno de los artes más bellos. No me extraña que los pongan a competir con los casqueros de Grissom, pues la imagen que más repiten es la de gente abrazada llorando desconsoladamente. Con decirte que el otro día pensé que estaban transmitiendo un velatorio. Eso sí, un tanto surrealista.

Por los resúmenes que emite la realización de Cuatro de este casting en busca de futuras estrellas de la canción, cualquiera diría que se han recorrido toda España para reclutar plañideras con piercing. El programa promete ser todo un canto, sí, pero al sentimentalismo más ramplón. Se regodean con dulce ensañamiento de los nervios y las inseguridades de los concursantes. Y cuando los tienen al borde del éxtasis, no se les aparece Santa Teresa, sino una tía suya del pueblo con unos chorizos, para que así puedan sentir el calor de sus familias en un momento tan vital para ellos. Y es que en estas pruebas de selección hemos podido ver absolutamente de todo: desde ancianas incombustibles cuyos hijos todavía las están buscando, hasta dos gemelos alopécicos canarios que nos han hecho añorar a los de María Dolores Pradera, ahora que por fin había grabado un disco con Los Sabandeños.

Pero lo mejor son los tres miembros del jurado. Eva Perales es la Nina de este programa, impagable en su actuación como madame del sado, azotando con una toalla mangada de un hotel a una concursante que canta como Luz Casal. Miqui Puig, es el enfant terrible y floreado, además de antiguo miembro de Los Sencillos, que ahora reniega de dicho pasado haciendo bueno el leit motiv que encumbró a María Isabel en Eurojunior. Y por último Jorge Flo, el maduro al que le ha tocado interpretar el papel del sensiblón del trío. Los tres recurren una y otra vez tanto a las edulcoradas arengas a su musical tropa como a la declamación impostada ante las cámaras. Eso cuando no les da por imitar a Jesús Quintero. Y qué decir de sus guionistas, a medio camino entre los de Heidi y los de Yo soy Bea. Así que ya sabéis, si os apetece una versión musical del libreto de Ama Rosa, no os podéis perder Factor X. Disfrutaréis de impagables frases como ésta. Jorge Flo (emocionado): “Walter, ¿cuántas veces te han llamado gordo o demás?”.

viernes, 25 de mayo de 2007

Jornada de reflexión

Dentro de un rato habrá terminado la campaña electoral de la ETA y la Operación Malaya. Aunque, en realidad, el próximo domingo 27 de mayo estamos convocados a acudir a las urnas para elegir al alcalde y, en casi todas las comunidades autónomas, al presidente regional. Una campaña en que los distintos partidos políticos han apurado hasta la última función del Photoshop para maquear a sus representantes y así poder engañar más por el ojo a los votantes. Todos ellos parecen salidos de Cambio radical. Ellas, con sonrisas profidén y menos patas de gallo. Ellos, con más pelo pero menos canoso. Tienen el mismo aspecto que cuando se presentaron por primera vez, hace ya tantos años.

Si uno repasa, por ejemplo, la lista de 350 diputados que había en el Congreso hace una década, y la compara con la actual, observa que la gran mayoría de ellos continúan allí, encajados al escaño, hasta que la muerte los separe. De estos supervivientes dicen en sus partidos que son animales políticos, de pura raza, apasionados representantes de sus circunscripciones electorales. Otros, en cambio, pensamos que sólo lo dicen para justificarlos de cara al pueblo. En verdad saben que sólo son estómagos agradecidos que están ahí más que nada para hacer bulto, y porque quizá saben demasiado y no interesa cabrearlos, no sea que luego nos vaya a salir una Cristina Alberdi, que ha pasado de cantar La internacional a ensalzar al PP. Eso sí que es una transición, y no la de Suárez.

Por otra parte, en mis admirados Ciudadanos de Cataluña han colado de rondón entre sus listas a antiguos miembros de CiU. Mal empezamos. Me repungan todos estos profesionales de la política, que se meten en la cosa pública con vocación funcionaria. Pocos políticos ha habido como Manuel Pimentel, un ministro de trabajo que conjugó la primera persona del singular del presente de indicativo del verbo dimitir. Dio con la puerta en las narices a Aznarín, y se despidió de la patronal y los sindicatos acudiendo a sus sedes en taxi, cuando todavía tenía derecho a coche oficial. Un caso excepcional, sin duda, porque además ahora se dedica a trabajar. Y es que en España sólo se abandona la ubre pública y el coche oficial por causa de cese o muerte, para ellos casi lo mismo.

Como comprenderéis, después de semejante retahíla de lindezas dedicadas a nuestra casta política, el próximo domingo no voy a votar. Es mi modo de manifestar que esta partitocracia me parece una mierda, y que el sistema de listas cerradas es una estafa, llena de gente apolillada a la que hay colocar en algún sitio sin que hagan ruido. Cuando ya resulta imposible mantenerlos de diputados, pues son muchos en lista de espera babeando, como perros de Pavlov, por sentarse cerca de la tribuna de Tejero y cruzarse en los pasillos a Zapatero o Rajoy, se les manda a un parlamento regional o a un ayuntamiento, y vuelta a empezar. Yo por mi parte, como ya he cumplido con mi deber cívico de reflexionar, mañana dedicaré la jornada a celebrar el cumpleaños de mi mujer, por la que renuevo mis votos cada mañana.

jueves, 24 de mayo de 2007

El sonido del silencio

Ayer hablábamos aquí de que la música a todo volumen está dejando sordos a los adolescentes. Ellos, que todavía no son conscientes de casi nada, tampoco lo son del perjuicio físico y mental con que se inmolan cada vez que escuchan a Camela para todo el patio de luces. Estas víctimas viven en una sociedad que marcha tan deprisa, que ya se habla de las autopistas de la información, dónde quedó la Olivetti, a menudo mucho más rápidas que las de toda la vida. Sobre todo en tardes de lluvia como la de hoy. La velocidad se ha convertido en un valor estelar de esta desquiciada sociedad. Si al menos la abuela pudiese ganar una medalla por cruzar el paso de cebra en ocho segundos y veintisiete centésimas, la pondríamos a dieta.

Tanta prisa, tanta ansiedad, tanta aceleración, genera muchísimo ruido. Coches y motos cada vez de mayor cilindrada con la Pantoja confesándose en pleno atasco; claxons pitándote porque no sales de los semáforos igual que Fernando Alonso; multitudes apresuradas y en medio una cabeza que se desgañita gritando ¡al ladrón!; risotadas en los bares cada vez que un congreso de graciosos decide irse de cañas; el gitano que, mientras su santa se desloma vendiendo fruta y verdura, sentado en su furgoneta vocifera ¡echubarata!. Siempre ha repetido esa expresión a tanta velocidad, que necesité toda la inteligencia de mi infancia, la mejor de mi vida, para acabar descubriendo que el grito de esa inédita palabra era una contracción de “lechuga barata”. Acabáramos.

Por todo ello me extraña que el turismo rural haga siempre el agosto, también los otros once meses. Para la salud física y mental de la prole es bueno sacarla al campo, y así servir de alimento a los mosquitos, que se acercan silenciosos a chuparte la sangre, como Solbes cada mes de mayo. Ay. Pero una vez que el ecosistema del lugar se ha adaptado a la nueva fauna, entonces y sólo entonces viene lo bueno. El placer de escuchar el sonido de un árbol cuando el viento lo mece, vale más que toda la música espiritual de sintetizador que te puedan vender en la tienda ecológica de la esquina. La resaca del mar, esas olas que mueren para resucitar al momento, componen también una de las más bellas melodías que la madre naturaleza brinda a sus parricidas hijos.

Pero eso sí, antes de contratar el hotelito rural hay que cerciorarse de que allí los móviles tengan cobertura. Es que el chaval tiene que intercambiar llamadas perdidas con su novia, para demostrarse que están pensando el uno en el otro; la esposa tiene que hablar con su madre, que se ha quedado sola en Madrid, la pobre; y por último el padre, sin gastar saldo como eminencia nacional en soliloquios, acaba hablando con los animales. Como San Francisco de Asís, pero con polo de Lacoste. Y es que algunos somos más de ciudad que los semáforos.

Hoy día, si uno quiere disfrutar del silencio en la naturaleza, para poder meditar o hablar solo aunque no espere hablar a Dios un día, tiene que irse a donde su hijo perdió la alpargata. Por ejemplo a Castilfrío de la Sierra, pueblo de la Soria de Machado donde vive habitualmente Fernando Sánchez Dragó. Yo estuve allí hace un año y medio y me maravilló porque era la nada en medio de la nada. Si buscas la tranquilidad y el silencio, la única alternativa a estos pueblecitos que, en el país de las cañas, no tienen ni bar, consiste en marcharse al otro barrio, que dicen que es muy tranquilo. Aunque ahora también tenemos ataúdes en oferta con hilo musical, para que se vea que convergemos con Europa. Que descanses en paz, amigo lector. Si te dejan, claro.

miércoles, 23 de mayo de 2007

Los sordos de Bisbal

Un diario gratuito amaneció ayer con la noticia de que los jóvenes españoles se están quedando sordos por escuchar música a todo volumen. Lo pude leer de soslayo en la portada del ejemplar que ojeaba un chico de unos doce años, y que con su reproductor de mp3 ambientaba musicalmente todo el vagón de metro. Que él tuviese el periódico en las manos no significa que lo estuviese leyendo, pues a lo mejor sólo miraba las estampas, como desgraciadamente muchos cuando entonces. Y si leyó el titular, probablemente no lo entendió. Es la consecuencia del analfabetismo funcional de los estudiantes del siglo XXI, rematado por unos padres que luchan por el aprobado de sus hijos, aunque sea a hostias. Quizá por eso ahora las asociaciones de padres de alumnos se llaman AMPA.

Creo que hoy ya podríamos hablar de la figura médica del oyente pasivo, en paralelismo con la del fumador pasivo. Y es que somos legión los seguidores de Bisbal a la fuerza, quién me iba a decir. Como la ministra Salgado lea esto, ya me la imagino prohibiendo escuchar música en todos los centros oficiales, oficinas, etc. ¿Cómo se distraerían entonces los funcionarios y los desocupados vocacionales de cada centro de trabajo? Parece que ya los estoy viendo a las puertas de las oficinas. Se formarían dos corrillos; uno, el ya clásico de los fumadores; y el otro, el de los aspirantes a sordos dando patadas al polen mientras sueltan un relincho. Ambos grupos tendrían en común que, mientras los primeros echarían el humo por la boca y la nariz, los segundos lo harían por las orejas. Si además soltasen una cabra, ya podrían ir a feriar por los pueblos.

En fin, que no sólo estamos enviando analfabetos a la universidad, sino que además llegan sordos. Algunos graciosos podrán pensar que por lo menos se ahorrarán el sufrimiento de escuchar las mismas gilipolleces que desde hace más de veinte años repite el catedrático de turno a cada promoción. Total, qué más les da, si les va a aprobar con un trabajo confeccionado por el empollón del señor Google. Ignorantes, sordos, violentos, alcohólicos. Éste es el prototipo del ciudadano español del futuro. Por eso no me extraña que en el engendro televisivo que anoche emitió Antena 3 titulado El español más importante de la historia, el pueblo juntase en el ranking a Bisbal y Serrat. Total lo mismo. Ésta fue una de las muchas provocaciones disparatadas que se vivieron en ese programa. Otra, que nuestra familia real es muy querida, aunque de real tengan poco. Yo no me los imagino volviendo del pueblo en la caravana de los domingos escuchando el Carrusel, ni haciendo horas extra impagadas para pasar otro mes sin embargos.

Uno de los momentos antológicos del programa llegó con Gonzalo Miró, de profesión presentador; supongo que será porque sabe decir “Hola, soy Gonzalo Miró, y aquí abajo está Eugenia”. Su recitado de los últimos versos del celebérrimo Retrato, de Antonio Machado, merecen entrar en la antología del surrealismo catódico cañí: “Y cuando llegue el día del último viaje, y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, me encontraréis a bordo ligero de equipaje, casi desnudo, como a los hijos de la mar”. Al Mediterráneo de Serrat, o a cualquier otro mar, tiraría yo a tantos enchufados y a sus patrocinadores, por embrutecer inmisericordemente a la nueva generación, víctima de un sistema que les quiere sordos, mudos, ciegos y, sobre todo, tontos.

martes, 22 de mayo de 2007

Metafísica para principiantes (IX): El Secreto (y II)

El pasado martes, en la octava entrega de Metafísica para principiantes, os hablé de un documental que está causando furor en América. Se titula El Secreto, y podéis encontrar los enlaces para verlo en dicha entrega. Como a algunos os puede incomodar verlo por Internet, máxime estando en versión original subtitulada al español, hoy, al final de este artículo, podréis descargaros el guión completo del documental en nuestra lengua materna.

Como sabéis soy un simple aficionado a la metafísica, que llegó a ella desde el más absoluto ateísmo y escepticismo. Hasta hace bien poco, todos estos asuntos me parecían locuras o, como me dijo un amable lector del blog, propios de una secta. Pero nada más lejos de la realidad. La ignorancia es muy osada y, desgraciadamente, solemos tener el vicio de opinar de aquello que desconocemos por completo. También es cierto que el creciente intrusismo en todas estas materias, llamémoslas extrasensoriales, ha provocado el rechazo patológico de casi todo el mundo.

Íker Jiménez, por ejemplo, le pone buena voluntad, pero a menudo aparenta no creerse los casos de los que habla, y con demasiada frecuencia se puede pensar que sólo persigue el sensacionalismo. Si su programa se centrase más en las experiencias paranormales, en la metafísica y en la espiritualidad en general, sería infinitamente mejor. Por eso desde aquí te recomiendo modestamente, Íker, que potencies más estos asuntos que están despertando crecientemente la atención de millones de personas en todo el mundo. Los sucesos macabros déjalos para el informativo de Iñaki, pues con las noticieros tenemos sobradamente cubierto el cupo de casquería.

Mi mujer fue quien me interesó por la metafísica, los libros de autoayuda, la energía universal, etc. Gracias a ella escribo este blog y, por supuesto, estos capítulos de Metafísica para principiantes. Despertó tanto mi interés, que buceé en el ciberespacio buscando desesperadamente todo tipo de información, hasta tal punto que encontré cientos de libros, así como abundante material en formato vídeo. Todo ello en Internet, este maravilloso invento cuya revolución en nuestras vidas no ha hecho sino comenzar.

En una de esas inmersiones virtuales tropecé con El Secreto, y desde entonces me he encargado de difundirlo a los cuatro vientos. Hasta tal punto que el otro día se proyectó una copia en el centro de yoga de una amiga de mi mujer. Ya me contarás qué tal fue. El formato de este documental es muy simple. Una serie de personas, unas quince calculo yo, van ofreciendo individualmente su testimonio en pantalla. Físicos cuánticos, psicólogos, expertos en Feng Shui, filósofos, escritores, etc., nos desvelan de manera demasiado sencilla para sus detractores, pero por algo somos principiantes, el secreto que, si lo aplicamos, cambiará para siempre nuestras vidas.

Documento con el guión íntegro en español de El Secreto

lunes, 21 de mayo de 2007

Mejor imposible

Madrid vivió ayer una típica tarde de tormenta, de paraguas a la carrera y multitudes buscando cobijo. Mientras media España permanecía en trance con Manolo Lama y los partidos de pago, yo encendí el televisor, a falta de un medio mejor para deprimirme. Cambiando mecánicamente de canal descubrí que uno de ellos emitía la película Mejor imposible. Pese a que ya la había visto y debía de faltarle escasamente media hora para terminar, decidí que era la más grata compañía de que podía disfrutar en esa solitaria tarde.

Sólo apuntaré, y así evito destripar su argumento, que es una peculiar comedia romántica protagonizada por Hellen Hunt y Jack Nicholson. Si no la has visto, en menos de un mes tendrás una nueva oportunidad, pues los programadores televisivos le tienen mucho cariño. Uno, que es de natural lloroncete, no pudo evitar emocionarse al volver a verla. Cuando terminó, me hizo pensar en lo importante que es que alguien te quiera tal y como eres. Que alguien te considere único en el mundo, realmente lo somos, y que además disfrute de tu compañía, es el milagro que más nos puede acercar al cielo.

Los seres más evolucionados de la Historia, desde Jesucristo a los Beatles, siempre han promulgado la fuerza del amor. Es el sentimiento más poderoso, la energía que mueve el mundo, mucho más que la cortejada Endesa. Los grandes avances de la humanidad siempre fueron materializados por personas que, por encima del gozo individual que suponía conseguirlos, perseguían el bien de la sociedad. Quizá en eso y no en otra cosa consista el amor. En dar más que en pedir, en escuchar más que en hablar, en consolar más que en llorar. Pero para poder dar es imprescindible tener, pues no se puede ofrecer lo que no se posee. Por ello, si quieres amar a alguien tendrás que empezar contigo mismo.

Es cierto que la vida se puede vivir sin amor, pero tiene mucha menos gracia. Cuando lo encuentres se te revelarán las emociones que siempre estuvieron en las baladas, bailándolas incluso agarrado a una farola, y te preguntarás cómo pudiste vivir hasta ese momento sin escuchar la sublime melodía de su risa. Sabrás que es amor del bueno porque no rechazará tus múltiples manías y le parecerás un encanto incluso cuando no hay quien te aguante.

Por eso yo creo que hoy tienes motivos para animarte. Si estás enamorado, no existe en este agonizante planeta nadie más afortunado que tú. Y si no lo estás, tienes mucha suerte. En cualquier parte, en cualquier momento, tal vez hoy mismo, quizá cobijándose bajo la lluvia en un soportal o sentado en un banco con la única compañía de un sudoku, estará esperándote quien te hará recordar lo que algunos desalmados ignorantes se encargaron de que olvidaras. Que eres un ser maravilloso.

viernes, 18 de mayo de 2007

Si yo tuviera el corazón

No sé si habrá algún estilo musical con la belleza del tango para conjugar el dolor y la melancolía, el arrebato y la nostalgia. Hasta los desmoronados muros de la patria de Quevedo y nuestra, nos conmoverían todavía más cantados con música de Mariano Mores u Homero Manzi. Sin duda la historia de nuestro país hubiese servido de inagotable fuente de inspiración para todos aquellos artistas porteños, cuyas historias de tres minutos nos han consolado a tantas almas en desamor, a un lado y otro del Atlántico.

Si yo tuviera el corazón, como Carlos Gardel cantaba en Uno, despertaría el espíritu dormido de mi gente, para luchar por ideales que quizá nunca fueron ni serán realidad, pero por los que merecería la pena seguir intentándolo; sacaría a los políticos de sus mundos de moquetas, coches oficiales y secretarias para todo, y los llevaría a un bar, a un mercado, a una oficina del INEM y a la calle del pecado de su ciudad; cuidaría a nuestra única esperanza, los niños, y los educaría para ser ciudadanos libres porque piensen por sí mismos, y no porque los forme el régimen de turno según su ideario político.

Si yo tuviera el corazón, aboliría las prejubilaciones que prometen cobrar sin currar, causando muchas depresiones y muertes que no salen en los telediarios; vigilaría la programación televisiva, tanto el horario infantil como el adulto, pues tan perniciosa es Belén Esteban para un niño como Pepiño Blanco para un adulto; impartiría clases de lengua a los periodistas deportivos, y también al resto, para que dejasen de una vez de preveer, y también de cultura general, para que no confundiesen el talón de Aquiles con el caballo de Troya.

Si yo tuviera el corazón, promovería un urbanismo que fuera sostenible para lograr ciudades habitables, y no un burdo medio de forrarse a costa de la especulación con un suelo sobre el que nuestra historia ya ha derramado demasiadas sangres y lágrimas; apostaría por las zonas verdes para que los niños tengan donde jugar con sus abuelos, y no por los campos de golf para que jueguen los jerifaltes del Monopoly con sus vasallos; y pactaría con cualquier partido político que defendiese como valores innegociables la libertad y la vida, y no con el diablo disfrazado de organización terrorista, para justificar una tramposa paz.

Esta España vencida de traición da para uno o miles de tangos que no soy capaz de escribir, pues el corazón ya lo perdí en este arrabal nuestro de miseria moral y contrato basura. Pero nunca dejaré de aferrarme a la esperanza de que otra generación futura pueda devolvernos la belleza perdida. Ojalá ellos sí puedan escribir maravillosas historias con finales un poco más felices.

jueves, 17 de mayo de 2007

Marina d'or

Aunque algún lector me considere una de las Casandras oficiales del ciberespacio, no puedo evitar dar la voz de alarma ante la que se nos viene encima. Va a ser toda una tragedia nacional cuando en nuestras mesas mediterráneas mesas tengamos que sustituir las lentejas, el cocido o la paella, por ladrillos con patatas o guarnición, a elegir. Que vayan preparando en las farmacias buenas remesas de Almax, que no van a sobrar. Los especuladores están siendo los nuevos alquimistas del neoliberalismo del siglo XXI. Igual que los alquimistas convertían vulgares metales en oro, los Poceros han convertido los ladrillos en oro. El problema es que la fiesta inmobiliaria está llegando a su fin, y sólo quedan unos pocos borrachos bailando amartelados Sabor a mí. En cambio, los niños de papá hace tiempo que se marcharon con el descapotable y la rubia que lleva de serie. Hasta Julio Iglesias se ha marchado con la música a otra parte.

Millones de familias, especialmente jóvenes, han caído en una trampa de elefantes, y todo, mamá, porque el señor del banco no nos explicó bien el significado de la palabra euribor. Porque dicho vocablo, amigos cipotecados, no es el nombre de un efímero grupo participante en el psicodélico carnaval en que se ha convertido Eurovisión. El euribor es el interés que se utiliza como referente para las hipotecas de los europeos y por ende de los españoles. Y es que dicen que también somos Europa, como Israel en el festival. Pues por culpa del dichoso euribor ya contamos con destacadas opiniones, alarmistas para algunos, para mí realistas, anunciando que antes de que acabe esta década España puede estar fuera del euro y volver a la peseta, o lo que sea. ¿Cómo vamos a pagar entonces el apartamento de Marina d’or?

El país de las maravillas en que se baña la bailarina pasiva Anne Igartiburu, es el sublime paradigma de un país de grúas, maletines, ladrillos y caciques. El monstruo megalómano y cutre que han levantado en Oropesa del Hormigón, perdón, del mar, es la apoteosis de lo que ha sido la década en que la codicia urbanística del ser humano ha alcanzado sus cotas más altas, también en plantas edificadas. Cientos de miles de viviendas apelotonadas frente a un mar que, como nos contó Montserrat Domínguez el pasado martes en su reportaje sobre el cambio climático en España, puede acabar de un plumazo con las segundas residencias de millones de familias. En muy poco tiempo pueden pasar del paraíso artificial al infierno real, mucho peor que el de Dante.

Como sigamos así, no va a quedar ni un erial para el toro de Osborne, con lo que se tendrá que ir a lucir testículos y cornamenta a otra parte. Porque digo yo que en un sitio con tanta clase y glamour como el que nos anuncia la rubia presentadora, no permitirán que paste el pobre animal, aunque se ofreciese como una atracción turística más. Pero qué más da destrozar la costa, la flora y la fauna mientras podamos estar orgullosos de ser, además de como ya os dije el prostíbulo de Europa, el país con mayor tasa de viviendas por familia del mundo. Ya llegará el político de turno para decirnos que haber amurallado la costa es una gran idea. Le faltará tiempo para decir que se ha hecho con el objetivo de evitar que entren más inmigrantes por el mar a remover nuestras conciencias de nuevos ricos. Pero los pobres españolitos que han sido engañados con treinta años y un día de hipoteca, tampoco van a poder salir de su acuática ratonera, ni siquiera en cayuco. Tela marinera.

miércoles, 16 de mayo de 2007

PP: Pantoja Presidenta

Los niños correteaban felices por la pradera vestidos de polvorientos chulapos, los novios disparaban fotos con sus móviles a las pocas Castas y Susanas de la generación del Tomate y el piercing, y los carteristas y los políticos se movían entre la multitud engañando incautos. Lo de todos los años. Madrid, como cada quince de mayo, vestida de chotis y organillo, de tradición y casticismo, de verbena y pañuelo blanco, agua, azucarillos y aguardiente. Ésta sería la vista que San Isidro habría tenido de su pradera desde el cielo, de no ser por el humo de la contaminación y las gallinejas.

Por la mañana, en la citada pradera los políticos actuaron para todos los madrileños allí congregados, interpretando su sainete electoral como se podía esperar de ellos. Por lo menos la entrada a su espectáculo era libre, aunque sin derecho a consumición. La Presidenta, el Alcalde y los dos candidatos socialistas se dejaron ver entre los votantes, para así poder estrechar manos y repartir besos entre quienes les van a permitir seguir viviendo a su costa. Cuando se marchó la prensa, se acercaron a la tradicional fuente milagrosa del santo, para lavarse la cara, las manos, y proceder a una desinfección general. Y es que la plebe puede ser contagiosa, aunque hayamos llevado el metro hasta La Moraleja.

Haber visto a Esperanza Aguirre, Rafael Simancas y Miguel Sebastián vestidos de chulapos, bien vale una verbena y levantar medio Madrid. Como diría un castizo de verdad, Miguel Gila: “Me habréis matado al hijo, pero lo que me he reído...”. Con todo, el espectáculo ofrecido por la clase política no era el plato fuerte del programa de fiestas, pues su papel era el de simples teloneros de la gran estrella de la noche: Isabel Pantoja. La viuda de España, tonadillera andaluza y presunta delincuente marbellí, fue contratada por el ayuntamiento para el fin de fiesta, aunque Gallardón se enteró por la prensa, como Felipe de las Filesas y los Gales. De haberlo sabido, quizá hubiese contratado a las Supremas de Móstoles, que son de aquí, carecen de antecedentes penales y, sobre todo, tienen menos tirón popular.

Porque ayer, la Pantoja, toreó y se gustó como nunca en la pradera de San Isidro, ante la entregada masa de futuros votantes. Donde horas antes los políticos madrileños habían fingido mansedumbre e interés por los usos y costumbres de la inane plebe, Isabel se arrancó por Francisco Alegre. La sevillana se vistió de luces para encandilar durante dos horas a la afición de Madrid. Tres jipíos le bastaron para enardecer a una multitud de más de 50.000 personas sedienta de culebrones con amores prohibidos, cuernos taurinos y de los otros, y dineros del contribuyente en bolsas de basura escondidas junto al orinal del amante corrupto. Eso es un plebiscito, y no lo del 27-M.

Si la Pantoja se presentase a las elecciones, arrasaría. Desde aquí humildemente te lo proponemos, Isabel, pues además podría servirte para conseguir la inmunidad y eludir a la justicia que te persigue, para gozo del populacho y los políticos. A estos últimos más les vale encarcelarla deprisa, pues les puede quitar la poltrona y además cantar todo lo que sabe fuera de su repertorio musical, que es mucho. Dentro de la política y fuera de la trena hay infinidad de Isabeles y Cachulis, pero es mejor dejarlo correr como a los niños que trotaron todo el día por la pradera, para acabar durmiendo en los brazos de sus padres mientras la tonadillera se despedía de ellos con los nardos apoyados en la cadera. Como cantaría nuestro Serrat, por una noche se olvidó que cada uno es cada cual.

martes, 15 de mayo de 2007

Metafísica para principiantes (VIII): El Secreto

Hoy, 15 de mayo, es la festividad del patrón de lo que queda de Madrid, San Isidro Labrador. Para celebrarlo, me he marchado de la ciudad de los túneles, las zanjas y los socavones. Con motivo de tan lúdica fecha, quiero brindaros, excepcionalmente, un artículo audiovisual de Metafísica para principiantes. Bajo estas líneas encontraréis diez enlaces de youtube, correspondientes a un documental que está haciendo furor en América. Su título es El Secreto, y explica de manera atractiva y sencilla algunas de las enseñanzas que hemos estado diseminando en nuestras mentes. Comprobarás que, si uno siembra con paciencia estas enseñanzas, el infinito campo universal obrará los milagros deseados.

El Secreto (1ª parte)

El Secreto (2ª parte)

El Secreto (3ª parte)

El Secreto (4ª parte)

El Secreto (5ª parte)

El Secreto (6ª parte)

El Secreto (7ª parte)

El Secreto (8ª parte)

El Secreto (9ª parte)

El Secreto (10ª y última parte: títulos de crédito finales)

lunes, 14 de mayo de 2007

Las vacunas

Atrincherado, para eludir en la medida de lo posible a los malditos pólenes, y con la nariz y los ojos congestionados. Así os escribo hoy, va por vosotros. Como cada 11 de mayo he inaugurado mi alergia primaveral o fiebre del heno, lo que me hace pensar que lo del reloj biológico va a ser cierto también cada 365 días. Sé que me esperan varias semanas de consumo masivo de kleenex, pero lo llevo con resignación y sin ayudas farmacológicas. Hace más de una década me vacuné, y apenas noté las ventajas de hacerlo. Eso sí, cada banderilla costaba como si la pusiera José Tomás, para alegría de las arcas del laboratorio francés que fabricaba tan inútil producto.

Los precios de las vacunas son, en muchas ocasiones, inversamente proporcionales a su eficacia. Por eso quiero plantearos la siguiente cuestión: ¿interesa realmente acabar con las alergias? Son muchos los reputados investigadores que, contracorriente, afirman que las vacunas no sólo no son solución, sino que incluso debilitan gravemente nuestro sistema inmunológico. Pese a ello, aquí vivimos rodeados de padres Vicentes, que deciden vacunar a sus hijos “porque lo hace todo el mundo”. Es normal que los progenitores deseen que sus bebés crezcan sanos y fuertes, para así poder destrozarles la vida cuando crezcan sin cargo de conciencia. Pero tampoco estaría de más que se informaran, pues muchas veces se vacuna por vicio, ya que las enfermedades infantiles no son tan fieras como a menudo nos indican. Nuestro sistema sanitario está montado de tal forma en torno al negocio de las vacunas que, ante la duda, hay que vacunar.

¿Acaso no se estará persiguiendo debilitarnos desde la infancia, para conseguir adultos enfermos, que necesiten medicación habitualmente? Hace treinta años, los niños solían recibir tres vacunas. Hoy son más de veinte. En España, sólo en los primeros seis meses de vida, se inyecta a cada bebé dieciocho virus y bacterias diferentes. Casi nada. Si a eso le añadimos que existen estudios que vinculan directamente el autismo con la vacunación indiscriminada, la polémica está servida.

Durante años recurrí a la homeopatía de mi amigo y maestro Sergio Portales, y me fue mejor que con las vacunas. Actualmente he optado por dejar que sea mi sistema inmunológico quien se defienda solo. A ver si unos granos de polen van a poder con un tío de noventa kilos. Pero mientras muchos nos resistimos a debilitar nuestra salud y nuestros bolsillos con las vacunas, la fiebre del heno está alcanzando proporciones de epidemia en Europa. Si el número de alérgicos no para de crecer, ¿realmente sirven para algo las vacunas?

Yo mamé hasta los diecinueve meses, y muy mal no me ha ido. De hecho la mejor defensa para los bebés es la leche materna, y además carece de efectos secundarios. Por desgracia, la demencial vida moderna está alumbrando generaciones cada vez más débiles, pues a las madres les resulta prácticamente imposible amamantar a sus hijos. En muchos casos es por razones de trabajo, en otros, los menos, por simple comodidad. Por eso, si eres madre y quieres lo mejor para tu hijo, dale de mamar. Un pecho de mujer vale más que toda la industria farmacéutica mundial. No sólo refuerza magníficamente las defensas, sino que también consuela más que el mejor antidepresivo.

viernes, 11 de mayo de 2007

Un país de camareros y putas

Aunque España vaya bien, pues ya lo dijo Aznarín, al Manolo lector del Marca y la prensa gratuita no le va tan bien. Sin embargo, hay que reconocer que nuestros poderes públicos lo tienen muy bien montado para aborregarnos mientras expolian el país. El final de la liga de fútbol va a ser “no apto para cardíacos”, y justo antes del verano llegará el Europeo de baloncesto. Durante el mes de junio los nacionales nos convertiremos, además de en gurús furboleros, en eruditos de los triples, personales, pasos, defensas en zona, bloqueos y bandejas. Sobre todo de éstas últimas, ya que, nos guste o no, nos hemos convertido en un país de camareros, perdón, de servicios. Si hasta Andrés Montes lleva pajarita.

Debido al desmantelamiento del tejido industrial, hoy sólo podemos estar orgullosos de organizar grandes eventos deportivos para que los guiris nos dejen sus divisas, ya sea en el platillo de la bandeja con chopitos o en el tanga de una esclava sexual en la Jonquera, que el euro no entiende de nacionalismos. Dentro de nuestras discutidas fronteras, contamos ya con casi 400.000 personas que venden su cuerpo por horas, duplicando el número de médicos. De estos datos podemos inferir, pero que quede entre tú y yo, que los españoles prefieren ir de putas a ir al médico de familia, aunque éste sea gratis: será que ya lo tienen muy visto. Sólo el sector de la prostitución genera unos 20.000 millones de euros anuales (más de tres billones de pesetas), según el Ministerio de Hacienda que dicen que todavía dirige Solbes. Por ello se puede afirmar sin rubor que esta España social y progresista se ha apuntado un éxito internacional sin precedentes: ser el gran burdel de Europa.

Es una lástima que no hayan tenido espacio en el vídeo de la paz y el no a la guerra para ensalzar semejante hito sexual. Son progres, sí, pero no tanto. En fin. Pero mientras los españoles se arruinan entre sus míseros sueldos, las putas y el euribor, no hay nada como ahogar las penas con una buena cerveza, ¿verdad?. Al menos así nos lo recomienda un anuncio del diario gratuito que nos acompaña de vuelta a casa: “Lo mejor contra la presión en el trabajo: la presión en casa”. O sea, que tras una jornada sufriendo al inútil e impotente de tu jefe, lo mejor es emborracharse en el hogar, que además fomenta el buen rollo con la parienta. Beber para olvidar, todo un clásico. El mensaje no es que sea muy sutil, pero desde luego contará con entusiastas seguidores.

Sin ir más lejos nuestra juventud mileurista es fiel seguidora de tan edificante lema, para que luego hablen de la rebeldía de los jóvenes. De hecho, un amigo de mi hermano, recién alcanzada su mayoría de edad oficial que no mental, le hizo la siguiente reflexión: “Como la gente está tan asqueada por trabajar de sol a sol por una miseria, queman los fines de semana evadiéndose con alcohol o lo que se tercie”. Este chico por aquel entonces bebía cubatas como si fuesen agua. De esto hace cinco años y de él nunca más se supo, como de tantos otros. Pero no hay de qué preocuparse, hombre. Pazatero ya ha dicho en El País que estamos que nos salimos. Mientras tengamos putas nacionales o de importación, que para eso estamos en Europa, y no se nos averíe el cacharro del pay per view, la vida puede ser maravillosa. Todo depende del color del cristal de la botella con que se mire.

jueves, 10 de mayo de 2007

La plancha

Imagino que muchos de vosotros habréis comido alguna vez en un buffet libre durante vuestras merecidas vacaciones. Gracias a ellos solemos volver a nuestros hogares quejándonos de que nuestra ropa ha encogido, especialmente aquéllos de mandíbula alegre que caemos fácilmente en las tentaciones del yantar. Aprovechamos la pensión completa del hotel para deleitarnos con platos y cantidades que no son habituales sobre nuestros manteles. Mi reciente estancia en Lanzarote no ha sido una excepción, pero ha merecido la pena por el espectáculo tan divertido que nos deparábamos los propios clientes, y sin coste adicional alguno.

La rutina es siempre la misma. Coges un plato y guardas cola como un buen chico para ir sirviéndote lo que deseas de las distintas bandejas. Pero lo de guardar cola es un concepto que a determinadas edades cae en desuso, como el de no radiar la película durante su proyección. Siempre hay algún anciano y sobre todo alguna anciana que se te cuela por su pintado morro. Y no te esfuerces, porque de nada te va a servir lanzarle miradas que serían letales para cualquier paquidermo. Con más oros encima que una convención gitana, comienzan a hablar con otra mujer que sí guardaba cola de la buena pinta de la paella o de la mala de la vecina de mesa. Cualquier excusa es buena para ponerse delante tuya, dejarte con cara de gilipollas y con unas tremendas ganas de ponerles tu plato por sombrero, como a los cochinillos segovianos.

Afortunadamente en la plancha, la zona del buffet donde la reventa haría estragos, jamás hubo cochinillo. De no haber sido así, probablemente yo no estaría aquí para contarlo pues la marabunta del IMSERSO habría acabado conmigo. Enseguida se notaba cuando había algo de calidad, pues si en la plancha tocaba, por ejemplo, lubina, veías al requeté de ancianos formando en fila dispuesto a que la cocinera vaciase en sus andorgas el Mediterráneo, con Serrat y su guitarra incluidos. Si esa mañana te habías levantado valiente y osabas pedir uno de sus peces, te olisqueaban de arriba abajo. Diseccionaban y comparaban tu pieza cual Grissom en CSI, pero con gafas de Gucci compradas en el mercadillo a 6 euros una, 11 euros dos y 15 euros tres.

Cuando el gañote flojea porque la dirección del hotel ha decidido poner rancho de diario, el mostrador de la plancha queda casi desierto. Pero siempre acaba apareciendo algún inspector retirado que se da una vuelta por allí al final de su comida, más que nada para ir bajándola. De paso aprovecha para chupar los restos orgánicos del buffet que a rosca logra extraer con su mondadientes. Algunos de estos individuos llegan a hacer unas virguerías con los palillos que ya quisieran nuestras chicas de gimnasia rítmica. Estoy convencido de que con un simple mondadientes y unas clases de solfeo por correspondencia, acabarían tocando el violonchelo mejor que el difunto Rostropovich.

Y yo me pregunto, ¿para qué querrán en los hoteles el servicio de animación? En todo caso haría falta el de reanimación, debido a tanto atracón y mal de ojo por unas chuletas de cordero. De la animación ya nos encargamos los comensales, especialmente aquéllos que hacen de la hora de la comida un espectáculo digno de ser recordado. Gracias a mis compañeros-rivales de buffet, pues su simpatía y juego limpio me han escrito el artículo de hoy. Que les aproveche.

miércoles, 9 de mayo de 2007

Tomadura de pelo

Aunque ya estamos de regreso, te advierto de que sólo lo celebro por volver a estar en contacto contigo, pues de buena gana seguiría a dos mil kilómetros de aquí, en Lanzarote. La experiencia que he vivido en esa afortunada isla ha reforzado mucho más mi idea de marcharme de la ciudad que me vio nacer. Como bien sabes yo reniego de Madrid, activamente pero sin pancarta, como supongo que hará cualquiera que viva en una gran capital y sepa que, contra lo que muchos piensan, no atamos los perros con longanizas. Tráfico, gente, polución, caos, contratos basura, vida cara, gente, vivienda desorbitada, más gente... He vuelto a esta ciudad hace escasamente veinticuatro horas y ya estoy deseando marcharme de aquí. Si vives en Madrid, Barcelona o alguna otra ciudad similar, comprenderás bien lo que te escribo desde este caos de ruido y contaminación, y mutuamente nos acompañaremos en el sentimiento.

Es cierto que vivir en una isla tiene muchos inconvenientes, sobre todo derivados de su alejamiento de la península. Pero no lo es menos que prácticamente es el único sitio donde nos podemos refugiar quienes no soportamos ser concursantes de un Humor amarillo con acento castizo. Para mí la calidad de vida comienza por la tranquilidad y el contacto con algo más que atascos y multitudes. Son dos condiciones innegociables que, por desgracia, apenas se pueden hallar hoy en esta enladrillada España nuestra. Yo, que soy un enamorado del mar, veo cada vez más difícil encontrar unos metros de costa que no hayan sido urbanizados por los caciques locales. Quizá por eso me ha fascinado Lanzarote, donde está prohibido construir cualquier tipo de edificio superior a tres alturas. Y mientras aquí Esperanza Aguirre acaba de anunciar que prohibirá por ley que se puedan construir en la Comunidad de Madrid más de cuatro alturas.

Como ya no queda suelo urbanizable y Madrid parece una réplica en color del camarote de los hermanos Marx, la presente y futura presidenta se nos ha descolgado con ese brindis al sol que sonrojaría a un niño de cinco años. Ahora que esta capital se ha convertido en un monstruo descontrolado que nos devora, la señora presidenta nos anuncia solemnemente que sólo va a permitir la construcción de edificios de cuatro plantas. En el fondo es una cachonda, pues dicha medida sólo va a ser aplicable a aquellos suelos que todavía sean rústicos, es decir, no va a tener efectos retroactivos sobre el actual plan urbanístico que tan ricos está haciendo a unos cuantos amiguetes. Así que si eres uno de los alumnos aventajados que está acabando la licenciatura en la academia del Pocero, date prisa. Paga lo que haga falta para que te recalifiquen el erial de tu proyecto fin de carrera, antes de que Esperanza te impida hacerte multimillonario en cuatro días construyendo tu urbanización de veinte plantas de altura.

Por si no fuera lo suficientemente indigno vivir en estas condiciones, me entero de que los madrileños somos los terceros más rápidos del mundo, sólo superados, y por escasas centésimas, por los ciudadanos de Singapur y Copenhague. Lo más gracioso del estudio es que se concluye que como sigamos así acabaremos llegando antes de salir. Y que conste que no estamos hablando de deportistas de elite, sino de ciudadanos de toda condición, desde ejecutivos liofilizados a ancianas que entran al tobillo con el carro de la compra. En cambio en Canarias, yo creo que porque el reloj va retrasado una hora, uno vive con la sensación de que dispone de más tiempo para hacer los recados. Quizá por todo ello, y como buen madrileño de laboratorio que soy, acabaré marchándome antes de regresar, que ya lo anuncia el citado estudio. Esta tomadura de pelo ya no hay quien la aguante.